Renato Almaguer Bochs, un doctor que prestigia a Puerto Padre.
Quién no conoce o a escuchado hablar en Puerto Padre y sus alrededores del doctor, Renato Almaguer Bochs?. El médico pediátra, fue invitado a un programa de Radio Libertad en este verano y recibió a través de llamadas el cariño y la admiración que en este pueblo se siente por él.
La periodista, Rosa María Ramírez Reyes, se inspiró en esta crónica, donde el doctor, Renato es el protagonista.
Este hombre bien puede ser el pediatra de su hijo, o del mío. Este hombre, es más que un galeno, es amigo. Su sapiencia médica lo convierte en imprescindible a la hora de salvar infantes. Por eso, a cualquier hora es localizado ante una emergencia y sin importar lo que deja atrás echa lo mejor de sí para devolver la sonrisa, que es vida a niños y adolescentes. Es comunicador por excelencia, aprovecha cada consulta para aportar saberes a las familias y con ello educarlas en la atención y cuidados a los menores. No escatima el tiempo que pueda dedicar al diálogo, en cada charla, él aprende, él enseña.
Su paso por Nicaragua y otras naciones le permitieron abrir los horizontes en términos y enfermedades, también lo han hecho un genuino patriota, defensor de la salud cubana.
Es admirado y respetado por su sencillez, y amor desmedido a la niñez, esa que le desvela cuando de sus manos se escapa.
El doctor Renato Almaguer Bosch, disfruta la mirada tierna, el balbuceo o las palabras dulces que revelan la cura, igualmente llora en el hombro del familiar, tras un desenlace inesperado.
Con su bata de blanco impecable y estetoscopio al cuello Renato sobresale además por su peculiar manera de entregarse a la vida, esa que le ha dado tanto.
Historias escribe a diario, por eso el reconocimiento de la sociedad cubana de pediatría, de su institución no faltan en su haber profesional, mas, prefiere el afecto de la gente común que saluda sin siquiera conocer a fondo.
Su andar fértil en tiempos de estudiante es cimiente del presente, en el que distingue como en el excelente profesional de la salud.
Al reseñarle usted advierte de seguro ese hombre tiene méritos suficientes porque en cada hogar alguien agradece la atención que le brindó al pequeño o adolescente. Igualmente afirmará que bueno tenerle como garante de la existencia.
Este hombre que bien pudo ser el pediatra de mi hijo en sus primeros años, mas su misión a Nicaragua lo impidió sabe que tiene en niñas y niños el goce supremo de la especialidad que escogió hace varias décadas
La periodista, Rosa María Ramírez Reyes, se inspiró en esta crónica, donde el doctor, Renato es el protagonista.
Este hombre bien puede ser el pediatra de su hijo, o del mío. Este hombre, es más que un galeno, es amigo. Su sapiencia médica lo convierte en imprescindible a la hora de salvar infantes. Por eso, a cualquier hora es localizado ante una emergencia y sin importar lo que deja atrás echa lo mejor de sí para devolver la sonrisa, que es vida a niños y adolescentes. Es comunicador por excelencia, aprovecha cada consulta para aportar saberes a las familias y con ello educarlas en la atención y cuidados a los menores. No escatima el tiempo que pueda dedicar al diálogo, en cada charla, él aprende, él enseña.
Su paso por Nicaragua y otras naciones le permitieron abrir los horizontes en términos y enfermedades, también lo han hecho un genuino patriota, defensor de la salud cubana.
Es admirado y respetado por su sencillez, y amor desmedido a la niñez, esa que le desvela cuando de sus manos se escapa.
El doctor Renato Almaguer Bosch, disfruta la mirada tierna, el balbuceo o las palabras dulces que revelan la cura, igualmente llora en el hombro del familiar, tras un desenlace inesperado.
Con su bata de blanco impecable y estetoscopio al cuello Renato sobresale además por su peculiar manera de entregarse a la vida, esa que le ha dado tanto.
Historias escribe a diario, por eso el reconocimiento de la sociedad cubana de pediatría, de su institución no faltan en su haber profesional, mas, prefiere el afecto de la gente común que saluda sin siquiera conocer a fondo.
Su andar fértil en tiempos de estudiante es cimiente del presente, en el que distingue como en el excelente profesional de la salud.
Al reseñarle usted advierte de seguro ese hombre tiene méritos suficientes porque en cada hogar alguien agradece la atención que le brindó al pequeño o adolescente. Igualmente afirmará que bueno tenerle como garante de la existencia.
Este hombre que bien pudo ser el pediatra de mi hijo en sus primeros años, mas su misión a Nicaragua lo impidió sabe que tiene en niñas y niños el goce supremo de la especialidad que escogió hace varias décadas
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