Sandra Fernández: hay que tener un corazón.
Esta entrevista a una de las figuras del espectáculo en Puerto Padre, la encontré en el portal Tunarte y quise compartirla con ustedes porque muchos conocen y aprecian a Sandra Fernández.
Recorrí las calles de Puerto Padre con una mujer alegre, sencilla, querida por muchos, y hoy, profundamente enamorada.La entrevista formal que había concebido inicialmente, se convirtió en un diálogo franco, entretenido, cuya protagonista, la cantante Sandra Fernández Hidalgo, considerada una de las divas tuneras y ganadora de disímiles premios, se mostró tal cual es: la Sandra fuera del escenario, sin maquillajes, sin largos vestidos ni elegantes zapatos.
¿Cómo nació tu vocación por el canto?
-Con apenas 4 años de edad, cada vez que mi mamá se ponía a limpiar, ella me paraba encima de la mesa del comedor y, desde ahí, yo cantaba. A los 6 comencé como aficionada en la casa de cultura Enrique Peña y a los 9, mi abuelo Miguelín Fernández, entonces director del Conjunto Típico Oriental, me invitó a colaborar con el grupo en la emisora municipal Radio Libertad.
Mi papá se oponía a la carrera que pretendía seguir, decía que la vida de un artista era muy complicada. Y no le faltaba razón, mis dos hijas andan siguiendo mis pasos y nunca desee este camino para ellas, pero ya que lo hacen, las apoyo, y les ayudo a no repetir mis errores.
La etapa junto a mi abuelo resultó hermosa. Fue grandioso que él contara conmigo y estuviera satisfecho del desempeño. Sus recomendaciones eran leyes para mí y aún hoy, cuando ya no está, lo siguen siendo. Al ver los lauros de su nieta, le decía a mi papá: “Viste, ella nació para ser cantante
-Cuéntame de las experiencias en los escenarios internacionales
-Todavía siendo miembro del Conjunto, viajé a España junto a la orquesta Caisimú. Durante dos años estuve por aquellas tierras, donde viví el placer de compartir la escena con Isabel Pantoja, Diango, Simone, Moncho, el gitano del bolero; Oscar de León, Lalo Rodríguez, los hermanos Niche y el grupo Mecano.
Tiempo después tuve algunas experiencias laborales en Holanda, pero la oportunidad verdaderamente relevante llegó luego, cuando ya pertenecía a Los Surik. Escogieron a la agrupación para ir a Japón como parte de un espectáculo de artistas cubanos.
En el trayecto hacia esa nación actuamos en Cancún, México (allí conocimos a Luis Miguel y a Yuri) y en Canadá. Al llegar a Japón supimos que las entradas estaban vendidas con un mes de antelación. Fueron momentos maravillosos. Disfruté, además, la dicha de saludar a Celia Cruz, estaba acompañada por Omara Portuondo y Tito Puente e hice realidad el sueño de trabajar con ellos. Y como si fuera poco, en esa visita me otorgaron la medalla Minón, por ser considerada embajadora de la música cubana en el país del Sol naciente.
-¿Cómo calificas el relevo musical de Puerto Padre?
-Lo veo muy fuerte. Tenemos solistas, casi todos autodidactas, con una profesionalidad increíble, que saben lo que quieren, hacen trabajos de voces, unas voces educadas, incluso sin pasar escuela. Aficionados buenísimos como Mairet García, Lianet Terol, Silvio Domínguez, Daineris Pérez… Intérpretes que hay que respetar y trabajar más con ellos, darlos a conocer.
-La música… ser cantante… ¿qué reflexiones te provocan?
-La música te transforma, hace que estés como en el aire. Quien canta siente la satisfacción de escuchar: “¡Lo hiciste bien! Cantar ha sido mi vida desde pequeña, desde que entonaba: “…Cielo yo te amaré”, y a mis 45 años es muy difícil que me aparte de este camino. Te digo algo: cantante no es aquel con micrófono en mano y la decisión: “voy a cantar”, no, hay que tener un corazón.
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