Aquí está Puerto Padre, tal y como es: con su gente en las aceras refrescando el calor de estos días, no importa si ellas andan en bata de casa o ellos lo hacen short y sin camisa; desde una acera a otra, chacharean y beben en la misma copa la alegría y la amargura. Toman en serio los chistes y hacen chistes de lo serio. No creen en nadie y creen en todo.
Es compartir el trago de café y hasta fumar juntos de un mismo cigarro y hablar de las calles que están destruidas, del Plaza que se cae en pedazos y a la vez decir con orgullo: Puerto Padre es el mejor pueblo de Cuba.
Puerto Padre puede llegar a ser incluso para algunos un sitio donde vivir se hace difícil, pero para la mayoría es imposible vivir sin él en el corazón.
Y es que Puerto Padre es un pueblo de gente llena de aspiraciones. Ser puertopadrense es decir yo soy una persona que no tengo que bajar la cabeza para nada, es poder pararse dondequiera, en este país o en otro, ante cualquier persona y poder mirarle a los ojos y decirle: yo soy de Puerto Padre, con el orgullo de valores espirituales que nos han legado nuestros antepasados y que hemos sabido mantener a través de los años: cultura y educación, esa es la esencia.
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