Una puentera llega a La Villa Azul después de DIECISIETE años de ausencia
Por Luisa Céspedes, desde Tampa.
Una puentera llega a La Villa Azul después de DIECISIETE años de ausencia. ¿Quién no se conmueve, entonces, al contemplar ese fundido abrazo de dos hermanas? Se me humedecen los ojos, la piel se me pone chinita y la alegría me invade. No es difícil adivinar el sentimiento que las embarga a ellas.
Nilma Labrada Batista durante 25 días caminará de manera real por la tierra querida y no de manera virtual por Un Puente desde Puerto Padre. Sus ojos se humedecerán frente a cada persona amada y no frente a la pantalla de su ordenador y tendrá jornadas de alegría y fiesta con la familia, vecinos y amigos; serán encuentros cargados de anécdotas, risas, historias casi olvidadas y emociones reprimidas por tanto tiempo.
Hoy sentí la felicidad de Nilma Labrada y de su hermana, seres que se quieren mucho, bien criadas, amadas y lo expreso aquí porque Nilma es una puentera anónima, dulce como la miel y suave como una flor y porque escudriña cada publicación del Puente, ese paso virtual que llegó para que no estemos jamás lejos de Puerto Padre, para que sepamos que hay lazos que no se desatan, que hay sentimientos que no mueren, que hay caminos que siempre debemos retomar en busca de las esencias.
Inspirémonos, puenteros, en la emoción que emana de esa foto para estar más unidos y con amor.
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