Aunque de mi mano, otro cruza el puente. De la Argentina a Puerto Padre el profe Miguel Leyva Ramos.
Esta es una bella   crónica que el profesor, Miguel Leyva Ramos, puertopadrense radicado en la   Argentina, que la publicó hace algún tiempo en mi muro en Facebook  y   yo atrevidamente la traigo a mi blog, porque su inspiración es un canto.   
     
  De más está decir que me crie en un   ambiente muy  musical, mi madre con su voz atiplada gritaba, cual gacela herida, tangos al  estilo Libertad Lamarque: "Vieja pared del arrabal tu sombra fue mi   compañera  de mi niñez sin esplendor la amiga fue tu madreselva"… Mi padre   acuclillado fingía arreglar su  desvencijado camión Internacional, mientras mascullaba "Summertime and   the  livin' is easy", como si Porgy and Bess fuese pecado, por último, y no   menos  importante, escuchar las propuestas musicales de Sorpresa Musical y   Nocturno,  donde Agustín "Chucho" Herrera, con un poema, una canción y el tema   "La  muchacha de la valija" de Fausto Papetti nos invitaba a viajar con temas  tan disímiles como "Los Paraguas de Cherburgo" de Michel Legrand; o   Renata,  Herve Vilar, Daniel Velásquez o Giancarlo Guardabassi…y durante 1967,  incorporaba a bandas inglesesas como The Animals y, desde luego, los   fabulosos  Beatles, que se oyeron en Nocturno por primera vez con ¡Hello, Good Bye! a  mediados de ese año, antes de que resultaran "prohibidos" vaya a saber   por qué  estupidez. 
El caso es que ahí   estaba la Many, mi hermana, afinada  como pocas, escuchando y haciéndome escuchar una y mil veces en su   Wincophone,  que abuelo Juan le había comprado en el Palacio de la música de Zacca, la  "música del momento", entre suspiros por Reca, mi cuñado, en ese   momento  marinero. Pero más allá de esas influencias, siempre sentí enorme   curiosidad  por las letras que mencionaban lugares distantes y extraños para un   chiquillo  de seis o siete años, isleño y guajiro, que habitaba un lugar para él tan  distante de La Habana  como de Río Janeiro. Y en mi cabeza resuena persistentemente… "Déjame   que te  cuente limeña, déjame que te diga morena mi sentimiento…", "Una   noche tibia nos  conocimos junto al lago azul de Ipacaraí…", "Caminito que entonces   estabas,  bordeado de trébol y juncos en flor…", Mira que noche y que playa y que   luna  espléndida…", "Moça do corpo dourado do sol de Ipanema, o seu   balançado e mais  que um poema, e a coisa mais linda que eu ja vi passar…", "Malagüeña  salerosa…". En fin, que esas canciones más allá de la música, hacían  referencias a lugares tan exóticos como lejanos, que hacían empequeñecer   los  espacios limitados de mi Puerto Padre natal, después vinieron los viajes,   por  suerte pude conocer estos y otros muchos, pero la vida se encarga de poner   las  cosas en su lugar y luego uno se da cuenta de que la Boca o La Llanita no   tiene nada que  envidiarle a Palma de Mallorca, que Caminito es una callecita estrecha y   corta  como el Callejón de Hamlet,… y que lo verdadero y esencial lo tenemos   enfrente,  ante nuestras propias narices, pero esa es otra historia que les voy a   contar  en otro momento , se lo prometo.

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